Del agua
Y descubrí en mis labios:
la gota de rocío;
el océano ardiente
de tus besos prohibidos;
tu suave piel
de manzana rojiza;
el movimiento imparable
de las nubes sin dueño;
el agua y su pureza,
que hace brotar semillas
y cultiva alegría
sobre la voz caída.
Que bonito que era
el viento que mecía
los trigales del alma
sobre el calor suicida.
Mi mano allí en tu mano;
el cielo despejado;
almendra, fresa y nuez
del cisne que extendía
su abanico de hojas
y su fruto fecundo,
que comparto ahora
en tu boca perdida.
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