Rubalcaba ante su espejo
Hay personas con una inclinación
enfermiza al “si, pero no”. Intentan que el estatus de cada problema no
altere las coordenadas en donde se sienten cómodos. Le ocurre a Alfredo
Pérez Rubalcaba. Alfredo Pérez Rubalcaba es prisionero de su pasado.
Treinta años en coche oficial crean muchas dependencias. No se sabe
donde están las paradas de metro. Y si además necesita cohorte de
incondicionales, la vida se convierte simplemente en un acto de
resistencia para sobrevivir. Políticamente hablando.
Carme
Chacón –o su marido, Miguel Barroso- le ha dado una patada en la
espinilla. Va a ser la primera de una serie que le espera en la lucha
por el poder interno. Cuanto más pequeño es un partido, más enconada es
la disputas por los despojos. No han aprendido nada.
Comisión de Investigación de BANKIA,
frente a los titubeos del secretario general del PSOE que se ha tenido
que subir al barco de la política catalana. Que nadie se confunda:
fuegos de artificio. Evaluación de bajas entre los nuestros y ellos. En
el mismo consejo de ministros que se sentó Rubalcaba como
vicepresidente, estuvo Carme Chacón aplaudiendo cada uno de los errores
de José Luis González Zapatero.
Las banderías son agotadoras para quien
las promueve y para quien las sufre. El PSOE cerró en falso su crisis en
las elecciones andaluzas. Ese espejismo de conservar el poder les
alivió de la urgencia de una enorme catarsis interna. Y ahora, como si
no hubiera ocurrido nada, cada señor feudal del PSOE intenta conservar
un reino que no tiene más poder que el de su influencia interna en un
partido que cada vez existe menos. El principio de reducción de los
partidos es directamente proporcional a su alejamiento de los
ciudadanos.
No soy amigo de dar consejos. Me he
quedado con las ganas de asistir a una comparecencia de Alfredo Pérez
Rubalcaba, rodeado de sus fieles, en donde dijera algo muy sencillo: nos
hemos equivocado de raíz en los últimos quince años. Quisimos competir
en la gestión de este capitalismo salvaje. Enseñamos un señuelo
–importante, pero no el único- de derechos ciudadanos y nos olvidamos de
que la redistribución de la riqueza y la igualdad de oportunidades es
la esencia del socialismo democrático. Hemos indultado y privilegiado
banqueros, legitimando de antemano el espectáculo obsceno de una
sociedad resumida en un eslogan: “bajar impuestos es progresista”. Y
hemos consentido que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada
vez más pobres.
Ahora Rubalcaba no tiene quien le crea.
Está anclado a su suelo en las encuestas y forma parte de un tándem,
PP-PSOE que no entiende ni sufre ni comparte la inmensa decepción de la
ciudadanía.
Rubalcaba languidece. Su cara de actor
del club de la comedia exhibiendo ocurrencias y frases hechas con cara
de falso pícaro ya no emocionan ni a los más suyos. Su ingenio es
dramático porque carece de contenido. Ya no le sirve ser el más listo de
una clase en la que no aprueba nadie.
Ni siquiera el reflejo de Hollande le
permite salir del cascarón donde le metió Felipe González cuando siendo
mucho más joven se montó en su primer coche oficial en el ministerio de
Educación.
Esta talludo para no mirarse al espejo y decir sencillamente: me he equivocado en casi todo. No es tan difícil.
Sitio web:
No hay comentarios:
Publicar un comentario