Sonetos de un parado de larga duración
En negra negrura de negro abismo,
por única
luz la lumbre del miedo,
arrufa cual can luego llora quedo
el ahora inquilino del paroxismo.
Viejo artillero con un buen guarismo
antaño fue
noble guerrero aedo
veloz en carga y disparo de dedo,
torero de
arte contra el despotismo.
Mas ahora sin pan la vida lo arrolla,
queda perro exangüe en la cuneta
comiendo sólo nanas de cebolla.
El lúbrico verso de un muerto poeta
usa a diario como grasa en la argolla
de este cruel sistema que lo sujeta.
Francisco Espinosa Martín
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