La oscura noche había caído una vez más. La gente, atemorizada
por las recientes noticias, comenzó a retirarse a sus hogares. Pero yo
debía descubrir la verdad. Unos me
acusaban de insensata, otros, en cambio, simplemente decían que
había perdido la cordura. Aún así, los acontecimientos de la última
semana no podía haberlos causado un humano corriente, y menos,
un animal. Y yo, no me quedaría de brazos cruzados.
Me adentré en el frondoso y sombrío bosque en el que, según las investigaciones, había comenzado todo. Seguí caminando en busca de la respuesta, pero no la hallaba. Recordé el incidente del bosque, fue en plena tormenta de nieve. El fuego arrasaba todo cuanto se encontraba, pero no era un fuego común, no se podía extinguir con nada, el agua lo único que hacía era avivarlo más, hasta que de pronto, desapareció.
Llegué a la zona del incendio, pero no encontré ningún rastro de él, pues el bosque era tan hermoso como siempre, como si nada lo hubiera dañado. Quise desistir, marcharme, alejarme de ese lugar, pero cuándo me di la vuelta oí una voz…
—Ven…— la voz repetía una y otra vez lo mismo, y yo, me dejé llevar por ella.
Siguiendo la melodiosa voz, llegué a un lago iluminado por la luz de la luna llena. Pero había algo extraño en ese lago. La luna que en él se reflejaba era violeta y brillante, como si las dos fueran completamente distintas, de mundos diferentes. Me acerqué más a verla y de ella, echándome para atrás del susto, salió un ser parecido a un dragón. Era más esbelto, de un color azul marino y me miraba fijamente. Me acerqué un poco más y se desvaneció, pero en su lugar apareció un chico alto y hermoso. Su cabello era negro, su tez clara, y sus ojos azules como el hielo, hipnotizadores.
Me adentré en el frondoso y sombrío bosque en el que, según las investigaciones, había comenzado todo. Seguí caminando en busca de la respuesta, pero no la hallaba. Recordé el incidente del bosque, fue en plena tormenta de nieve. El fuego arrasaba todo cuanto se encontraba, pero no era un fuego común, no se podía extinguir con nada, el agua lo único que hacía era avivarlo más, hasta que de pronto, desapareció.
Llegué a la zona del incendio, pero no encontré ningún rastro de él, pues el bosque era tan hermoso como siempre, como si nada lo hubiera dañado. Quise desistir, marcharme, alejarme de ese lugar, pero cuándo me di la vuelta oí una voz…
—Ven…— la voz repetía una y otra vez lo mismo, y yo, me dejé llevar por ella.
Siguiendo la melodiosa voz, llegué a un lago iluminado por la luz de la luna llena. Pero había algo extraño en ese lago. La luna que en él se reflejaba era violeta y brillante, como si las dos fueran completamente distintas, de mundos diferentes. Me acerqué más a verla y de ella, echándome para atrás del susto, salió un ser parecido a un dragón. Era más esbelto, de un color azul marino y me miraba fijamente. Me acerqué un poco más y se desvaneció, pero en su lugar apareció un chico alto y hermoso. Su cabello era negro, su tez clara, y sus ojos azules como el hielo, hipnotizadores.
Se acercó a mí y me tendió la mano, esperando que aceptara. No sé
si fue por mi vida desgraciada, por su manera de mirar, o porque sabía
que si aceptaba los extraños sucesos
desaparecerían, pero cogí su mano sin vacilar y desaparecí.
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